En algún medio leí la reflexión – o calificativo – que Miqui Puig es nuestro Morrissey patrio, y en ese momento empezó un pequeño repaso mental de discografías y comparativas con el que fuera la cabeza visible – con encarnizada bicéfala – junto a Johnny Marr.
En este juego de las siete diferencias entre el mancuniano de adopción y el ametallatanés, ambos tienen un pasado en una exitosa banda y un presente exitoso en solitario. Hasta aquí todo va bien, la comparación puede ser odiosa, pero juega a favor de quien defendía en directo su nueva aventura sonora en el cafè del teatre el pasado 22 de abril.
Morrissey es polémico y ácido, un personaje que se ha comido a la persona, al contrario de Miqui Puig quien sincero, afable y cercano, continúa transmitiendo en el escenario y fuera de él aquello que atesora desde 1992 – aunque los Sencillos nacieran en 1989-: amor por el pop y sobre todo compromiso, el mismo que reclama en la canción Los Modena.

Llegados a este punto seremos raros y con miedo, pero valientes para reivindicar que somos muy fans de ese pop que se mezcla con la música disco y que llega a transitar – como diría el Lou Reed de Sabadell Albert Pla- por el lado más bestia de la música disco sin hielo, evidentemente.
Y este fue el repertorio de anoche en el cafè, un viaje de placer por el pop – que tan bien conoce nuestro melómano y radiofónico anfitrión – y mezcla actualmente con aromas italo disco y sintetizadores ochenteros. Raros y Pors Puig abrieron el concierto para posteriormente ejecutar el primer recordatorio de que Todo Va Bien y con La Puta Canción, recordarnos que el pop es amor y desamor y como no recordarnos que Te Quiero Ahora, Te Quiero Luego.

Obviamente, Miqui se acompaña de un pelotón ciclista – sin teclista o un segundo guitarra en esta primera fase de la gira – que son viejos conocidos de la afición: la Associazione Ciclista Popolare (ACP) y que saben conjugar y complementarlo perfectamente: la guitarra que lleva a rajatabla la sonoridad del french house o del italo disco a las cuerdas de la rickenbacker y que necesariamente baila sin parar con los fraseos y líneas pulsantes del femenino bajo. Al otro lado del cuadrilátero sonoro, una brillante percusión mayor y menor actualizada con vibráfono y electrónica percusión que junto a batería y programación cierra el elenco.

Y después del quinteto inicial de canciones y con el público presente en la sala agradecido y entregado, subió al escenario de forma virtual la frontman de La Buena Vida y bailó con Miqui a ritmo del sintetizador, un elegante Cadera de Mimbre para dar paso a Drama, tan elegantemente ejecutada y tan tangente en esta ocasión al mítico Studio54, que dio paso a – la deseada por quien firma el artículo – Los Modena, que cerraba el círculo Moderno y de compromiso que citábamos al principio de la crónica. Y El Sastre de Genestacio se juntaba al anterior corte del mismo disco y daba paso a El Sirviente.

Así se cerraba el segundo tramo del concierto y con profético speech se nos invitaba a continuar bailando con desenfreno, cierta acidez y bpm aceleradas para desembocar en el deseado Bonito Es que ejecutado con mucha más percusión y con una guitarra más fina que la sencilla canción revelaba la evolución constante hacía la excelencia final de quien considera un concierto una pista de baile y con todo Totalmente a Favor, cerró con un emotivo recuerdo a quien forma parte del recuerdo y del adn de la escena – Yvette et trobem a faltar – Vos Trobava a Faltar.

Un fantástico concierto de quien lleva más de treinta años de trayectoria, acumulando sapiencia y sobre todo amor por transmitir en forma de canciones que pueden estar llenas de barro y quien junto a aquel niño que grita acid invita a bailar sin control hits de ayer y hoy en una pista de baile de madera de un viejo pub.

crónica by @ipopfmradio
fotos by @piratallucifer // Oriol Cárceles