Sólo han pasado 3 años desde que la banda actualmente formada por Elinor Almenara, Adrián Bremmer y Salvador Urbaneja Torres se presentara en sociedad con un tremendo álbum que llevaba por título L’Ennui (Autoplacer, 2018) y que lejos del aburrimiento, tedio o problema, era una declaración de principios. Sintetizadores con un agradable regusto a la coldwave o a la darkwave más rusa, bajos contundentes y bases rítmicas extraídas de una dulce 303 0 808 que evocaban a un baile bakala perdido en un parking después de una fiesta electrónica.
Tras 2 años de rodar y presentarse en sociedad – el trío que podría entroncarse en proyectos con miembros de Cariño o Somos La Herencia y Dharmacide – publican Escama (Helsinkipro, 2020) y el álbum supone un paso adelante para abrazar el lado más post-punk sin olvidarse de las capas sintéticas marca de la casa y que les definen. Himnos como Invierno Nuclear o Justicia Postmoderna son posteriormente remezclados con colegas de escena como podrían ser Depresión Sonora o aparentemente dispares como Pedro LaDroga, encapsulados en Los Bailes Perdidos (Helsinkipro, 2020). No debemos obviar tampoco el EP de cuatro que llevaba por título Cólera/Mi Sangre (Helisinkipro, 2020) junto a Luz Futuro.
Ahora el grupo se consolida con un cuarto trabajo (tercero si no se quiere considerar los remixes como álbum en estricto senso) y ofrece un paso adelante más, conjugando madurez y sobretodo conocimiento de aquello que con perfección ejecutan. Aunque no sean amantes de las etiquetas – tal y como han manifestado en más de una entrevista – continuan en el lado más frío del darkwave y abrazan sintetizadores que evocan himnos del bacalao o EBM y que continuan explicando tristes historias, y sentimientos fríos, historias de parkings perdidos y amaneceres de gasolina y inconsciencia.
Lo encierran en diez cortes bajo el título de Turboviolencia y lo editan en Helsinkipro, junto a Flexidiscos y Conjuro.

El desamor, que aparece en Matar el Tiempo se confronta a el odio visceral y rabioso ritmo del que fuera el primer single presentado en sociedad, Odiar Frontal. La pesada Amianto recuerda que la tristeza es belleza y lo hace con la voz Elianor que queda rota, por las variaciones de ritmo que pueden evocar modernos ritmos.
Monstruo es un punto a parte en el disco, un ejercicio preciosista de tristeza y belleza a partes iguales, acompañado de un brillante vídeo que sirve de antesala al ya citado Odiar Frontal.
Destacaremos el elegantísimo trabajo realizado a nivel visual en los vídeos y en la imagen gráfica del grupo, que muestra sin complejos esta ansiedad y desasosiego o incluso desesperación que acompaña la banda.
La electrónica de Hiedra Verde y la épica introducción de Bosque Infinito, confirman que están en un momento de forma espectacular, un álbum a degustar y sobretodo escuchar una y otra vez para descubrir aquellos detalles y matices que les confirma en el panorama más oscuro del pop y más brillante del mañaneo no apto para cardíacos.
review by @ipopfmradio