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Domingo Mod

El domingo 26 de enero había en el Cafè del Teatre en evento imprescindible, que no nos podíamos perder: el concierto de Fetus y Brighton 64. Estos últimos se encuentran presentando su último trabajo, Como debe ser, y desde finales de diciembre tenían anunciada la fecha de presentación en Lleida. Hace unas semanas se anunció que Fetus, grupo de garage punk de l’Empordà. Suena extraño decirlo, pero queríamos con ganas que llegara el domingo por la noche. Aunque el lunes aceche ya a esas horas, con dos grupos semejantes es irresistible correrse una última juerga. Fetus abrieron el concierto para dejar el listón bien alto. Este grupo, que combina lo más sesentero del garaje y lo más salvaje del punk, y cantado en catalán, además, es de una gran calidad. Los asistentes ya se empezaban a reunir en todo el escenario. Durante el concierto hicieron un repaso a su primer álbum, L’epicentre del fangar, y a Terra cuita, aparecido el año pasado, el segundo y último hasta la fecha. Canciones tan geniales como Querella i Carallot, Les Mussaranyes o el Mite de la taverna sonaron e hicieron pasarlo bien a aquellos que habían acudido al concierto. Se debe destacar también Terra cuita, que da nombre al álbum y que dedicaron a la terra ferma. Para acabar, El somni barceloní encendió al público, otro gran himno de la banda sin duda.

Brighton 64 subió al escenario transformado en un quinteto, con David Abadía al bajo, que debutó en el concierto que dieron el día 5 de enero en el Sidecar, aunque ya ha pasado por Los Negativos y Canary Sect. Él y Eric Herrera, que sustituyó a Tino Peralbo a la batería son los miembros más nuevos de Brighton, completado por Jordi Fontich y los hermanos Gil, que junto a Peralbo fundaron la banda en 1981. Los barceloneses empezaron con Solo hasta el final, que abre el álbum Esta vez va en serio, para continuar con Soy un tanto antiguo (y creo en el amor), más garajera, y con Quan baixis de l’avió, uno de los temas más brillantes del pop catalán en los últimos años. Tras estas tres primeras canciones dejaron aparcado el álbum Esta vez va en serio, álbum al que pertenecen, para lanzarse con uno de sus temas clásicos de los ochenta, La próxima vez. Con Playas del Mediterráneo, canción que denuncia el drama humanitario que supone la migración, empezaron a repasar las canciones del nuevo álbum, Como debe ser, de un marcado carácter de denuncia social. Los siguientes temas seguían en esa línea: la emotiva Juez y Parte, denuncia del juicio-farsa contra el Procés, y El estado de la canción, toda una muestra de inconformismo y rebeldía que aspira a convertirse en un himno de la banda. La genial La cara infame del poder, que presenta un sonido muy renovado, mantiene el tono de denuncia. Con Avui he tornat a casa la emotividad volvía a impregnar el Cafè del teatre, esta vez no hablando de las injusticias de los tribunales ni de las fronteras, sino del exilio de 1939, basándose en la historia de su abuelo y los maestros depurados por el franquismo. Dura, triste, pero a la vez llena de esperanzas. Imposible no levantar el puño durante la canción.

Tras esta, volvieron a sus temas de los ochenta, con temas tan emblemáticos como Conflicto con tu ayer o Ponte en marcha para mí, que no pueden fallar en sus conciertos y siempre consiguen encender al público. A continuación, tocaron Caminos por recorrer, el único –y de lo mejor- de los temas que la banda rescata del álbum Modernista en sus directos, y la Balada de los Pérfidos Hermanos Gil, de su último álbum, para volver a los ochenta con nada más y nada menos que las míticas El mejor cocktail y Bola y cadena, sin duda de los temas más esperados (y eso se nota en la reacción del público). Después le llegó el turno a El tren de la Bruja, que da título a su anterior álbum. Como en el caso de Modernista, ésta es la única canción que Brighton ha salvado para sus directos, lo que es una pena, ya que se trata de un gran álbum, aunque, claro está, al tratarse una banda con tanto recorrido y tan buenos temas a sus espaldas es difícil elaborar un repertorio que los incluya todos. Mala señal encarrilaba la espiral hacia arriba del final del concierto, que iba ascendiendo con Barcelona Blues y En mi ciudad, verdaderos himnos de la banda, que muestran su espíritu juvenil e inconformista. Tras un amago de abandonar el escenario, Ricky Gil se sentó al piano e interpretó Batalla perduda, muy tranquila, en el que la quietud y la expectación invadió al público, que contrasta con la agitación que domina cuando suenan otros temas. Después tocaron Igual nos da igual y La casa de la bomba, tema obligado y que puso fin a un gran concierto. Ojalá más domingos mods. 

Crónica y photos by @EnLaTrinchera

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