Hola queridas,
Ya estamos de vuelta del Santander Music Festival y venimos rebosantes de felicidad y cansadísimas, pero claramente ¡ha merecido la pena “el esfuerzo”!
Y por supuesto, vamos a contaros todo todito todo lo que hemos hecho y como ha transcurrido el festiva porque, aunque no hayamos podido escribir el post para el lunes, lo hacemos hoy, y viene cargadito de música, conciertos y anécdotas, en nuestra súper sección de #mamademayorquieroserblogera
Bueno, allá vamos. Para ser sinceras, la cosa no empezó especialmente bien. Nos esperaban cuatro horas de viaje desde Zaragoza y ninguno de los fantasmas había dormido en exceso.
Pero bueno, hicimos la combinación perfecta de café, Coca Cola y musicote que consiguió mantenernos despiertas y animadas todo el trayecto. Un poquito de Sidonie, aderezado con una cucharadita de Crystal Fighters y unas gotitas de Lori Meyers y ¡ya tenemos nuestra propia fiesta montada! Bailes a lo loco, algún vídeo que otro, muchas risas y el viaje se nos pasó en un momentín. Por cierto, ¡qué bonito es el norte! El cambio del paisaje desde Aragón, pasando por Navarra y La Rioja hasta que llegas al País Vasco y por último a Cantabria es espectacular. Pasamos de un amarillo, seco y tristón a un verde intenso y precioso. ¡Y encima con mar! Si es que no tienen de que quejarse estos del norte (bueno si, de la lluvia, pero de eso ya hablaremos más tarde)
Así pues, llegamos a Santander con las pilas puestas, con muchas ganas de Festival y con energía para parar un tren (y unas ojeras majas majas)
Una vez en Santander teníamos que encontrar el piso donde nos alojábamos y ya íbamos algo pilladas de tiempo pero aún así, y porque somos así de chulas a veces, decidimos buscar el piso sin mirar el navegador. Porque si, porque por ciencia infusa íbamos a encontrar un piso que no conocíamos en una ciudad en la que no habíamos estado nunca. ¡Olé nuestros ovarios!
Para ser sinceras no íbamos tan desencaminadas, aunque al final tuvimos que poner el navegador porque sino no lo hubiéramos encontrado jamás. Ya allí dejamos las cosas y nos fuimos al súper. Necesitábamos cervezas como el comer.
Duchita, cerveza fresca, más música, y ¡a La Magdalena que nos vamos! El festival está bastante bien comunicado. Desde el centro hay varios autobuses de línea que te llevan hasta justo al lado del recinto, y desde el camping hay lanzaderas cada media hora que también te dejan allí mismo. Además, a la salida hay un batallón de taxis dispuestos a llevarte a donde quieras por un precio más que razonable. Llegamos un poco más tarde de lo que queríamos y no pudimos ver a M Ward así que nuestro festival empezó directamente con Los Deltonos.
Primero, y ya que justo llegamos en el momento de cambio de grupo en el escenario principal, nos dedicamos a inspeccionar y ver que cosas nos ofrecía el Santander Music Festival. Nada más entrar se encuentran los baños. La verdad es que hay bastantes y no se forman muchas filas. Además, estaban muy limpios y así se mantuvieron los tres días. A la entrada también se encuentra la zona de comida formada por varios Food Trucks. Hay muchísimos tipos de comida para elegir y toda de grandísima calidad y a bastante buen precio. Puedes comer tanto cosas saladas como dulces porque, a diferencia de otros festivales, la oferta de postres es de lo más variada. Tras esto, fuimos a ver los puestos que había donde se ofrecen desde camisetas y otros tipos de ropa, hasta discos y chapas.
Al lado de la zona de comida y de puestos había una de las zonas que más nos gustó y para dejar constancia de ello dejamos una pegatina marcando nuestro territorio (sí, sabemos que más de uno quiere de nuestras preciadas pegatinas, y alguno ya se la llevó pegada de regalo) Era un pequeño espacio con hamacas y sombrillas desde donde se veía Santander y tenías todo el cantábrico a tus pies. Además había una pantalla donde podías ver los conciertos en directo y un futbolín. Un auténtico espectáculo de sitio.
Luego ya nos centramos en lo importante, las barras y los escenarios. Este festival consta de dos escenarios, el principal donde se hacen todos los conciertos (5 por noche) y uno pequeño en donde está el Dj que pincha entre cada concierto. Ambos escenario se van alternando, no están ambos en funcionamiento al mismo tiempo.
En cuanto a las barras tenemos una pequeñita queja. Más que respecto a las barras, respecto a la forma de pagar. Para poder pedir había que pasar previamente por una zona de pago en donde te daban un tíquet con lo que querías tomar. Hasta ahí, todo correcto, pero ahora viene el problema. Tenías que saber exactamente lo que ibas a beber, porque los tickets solo valían para el día que lo comprabas y no se podían devolver. Realmente luego no fue un problema porque no se formaron filas y los tickets se conseguían en seguida, aunque al principio a todos nos chocó un poco esta forma de pago.
Respecto a las barras ningún problema, siempre había algún camarero desocupado y no había que esperar más de dos minutos para que te sirvieran, lo cual es un lujo en un festival. Además, todo el mundo era súper amable y eso siempre se agradece.
Y ahora vamos al tema, al barro, a lo que nos gusta: ¡A LA MÚSICA! Como ya hemos dicho, el festival habría con el concierto de M Ward, pero llegamos tarde. Tras esto, le tocaba el turno a Los Deltonos, a los cuales no habíamos visto nunca y la verdad es que tampoco habíamos escuchado mucho. A nosotras siempre nos gusta que se promocione a los grupos nacionales, y si encima son de la zona muchísimo mejor, por lo que la elección del grupo cántabro para el primer día de festival nos pareció una grandísima idea. Rock en español, con dejes americanos y algo de swing que invitan a bailar desde las primeras notas. Como dato anecdótico contaros que parecía que el escenario se les quedaba grande, y no porque lo estuvieran haciendo mal ni mucho menos, sino porque se pusieron todos muy juntos dentro del escenario y les sobraban metros y metros del mismo. Fue una imagen de lo más curiosa.
Después hubo un descanso de media hora, que aprovechamos para cenar, beber algo de cerveza e ir al baño. Todo con el único objetivo de estar 100% preparadas para ver a Sidonie. Ya sabéis por otros posts lo que nos gusta el trío catalán y la parte de culpa que tienen de la aparición de este blog. Pues nosotras, como buenas groupies y puesto que en el concierto del Polifonik no pudimos hacerlo, nos pusimos en primera fila (bueno, casi). Ahí estábamos los dos fantasmas como dos quinceañeras nerviosas esperando ver a su ídolo barbilampiño. Y entonces aparecieron. Ahí estaban ellos, Marc con su americana roja, Axel con sus camisas llamativas y Jes con su sombrero. Ahora si que empezaba el festival, ¡y de que manera! Sublimes, simplemente sublimes. ¡Qué manera de levantar a todo un festival! Tienen una conexión mágica con el público y eso les hace ser así de grandes. Aunque ya hayas visto el concierto (porque todo sea dicho, fue exactamente igual que el del Polifonik) sigue pareciéndote brutal. Que voz, que ritmo, que manera de pisar el escenario. ¡Qué bien todo! Ya agotadas, y mira que solo llevábamos un concierto, nos fuimos a la zona del Dj (es decir, al otro escenario). Para este día habían elegido a LA (dj set). Lo cierto es que la sesión, aun siendo Dj set, dejó mucho que desear. Fueron a lo fácil, que llegadas ciertas horas de la mañana tampoco esta mal, porque pusieron los temas típicos que cualquier Dj pone y que a todos nos gustan como Reptilia, Tormenta de arena, Take Me Out,… Pero lo cierto es que hubo varios fallos de sonido, malas mezclas de los temas, y mucho rato en el que ni siquiera estaban a los mandos de la mesa. Pero bueno, a pesar de eso, nosotras nos lo pasamos como unas enanas. Estuvimos saltando, bailando y divirtiéndonos. Ya con alguna cerveza que otra llego el turno de decir tonterías y de, como no, jugar a ¡los autos de choque! Un grupo de fantasmas “disfrutones” se nos acercó porque no entendían muy bien en que consistía el juego, pero veían que nos lo estábamos pasando pipa. ¡Fue explicárselo y unirse inmediatamente! Nos estuvimos riendo tanto y haciendo tanto el tonto que ni nos dimos casi cuenta de que empezaba el siguiente concierto.
Sonaron las primeras canciones de Nothing but thieves y nosotros seguíamos a los nuestro. Ahí estábamos, un montón de adultos jugando como niños pequeños, bailando, riendo y bebiendo más y más cerveza. Llegamos a hacer un piribiripiribiri con aproximadamente 10 personas (vamos por buen camino). Y mientras los británicos Nothing But Thieves haciendo de las suyas. Rock alternativo sorprendente y poco conocido. Bastante correctos. De nuevo cambio de escenario, volvían LA, pero ahora con un público ya bajo los efectos del alcohol era todo más sencillo. Siguieron con su tanda de Hits indispensables y se metieron a los asistentes en el bolsillo (a pesar de sus múltiples fallos técnicos ya comentados)
Roosevelt comenzó. Iban todos de blanco lo cual visualmente quedaba muy bien, y con su música electrónica hicieron bailar a los pocos que quedábamos. Si, los pocos, porque la verdad es que el jueves no había mucha gente, y a las 4 de la mañana menos. Buena elección para finalizar el primer día de festival.
A las 5 en punto cerraba el festival. Ni un minuto más. Salimos todos tranquilamente. La verdad es que teníamos sensaciones encontradas en ese momento. Por una parte deseábamos seguir de fiesta, y por otra estábamos tan agotadas del viaje y los conciertos que necesitábamos dormir. Al final ganaron las ganas de dormir y nos fuimos en taxi a casa. Teníamos que dormir, aun nos quedaban dos días de festival y necesitábamos guardar energías.
Sobre las 12.00 de la mañana amanecimos. Un sol esplendido brillaba en Santander. Café, ducha y a la calle. Lo bueno que tienen el Santander Musci Festival es que, si quieres, puedes estar de festival desde el medio dia hasta las 5 de la mañana, porque hay actividades todo el rato.
Sobre las 14.00 llegamos a la plaza del cuadrado. Allí se celebraban las sesiones Vermut patrocinadas por radio 3. Hacía un día brutal, aunque con excesivo calor. Menos mal que a la sombra y con unas cervezas la vida de veía de otro color.
Comimos allí mismo, mientras vimos el concierto de unos emergentes Sen Senra. El grupo gallego es de esos que te apuntas en la memoria para seguirlos porque tienen muy buena pinta. En el público no había nadie que conociera sus canciones y en cambio todo el mundo parecía encantado con lo que estaba escuchando, incluidas nosotras. Indierock en inglés que se nos asemejó ligeramente a Kakkmaddafakka. Tras esto tocaba moverse a la calle Sol. Allí tocaba Pianet, pero nosotras estábamos rendidas, y nos fuimos a dormir. Tras un rato de siesta, nos despertamos. Había que llegar pronto al festival. Pronto en este caso es a las 20.30, porque los conciertos empiezan a las 21.00, cosa que facilita que puedas hacer un poco de vida por la ciudad. Finalmente a las 21.00 estábamos en el recinto.
Habíamos oído hablar mucho de Shinova, y todo eran elogios hacia el grupo vasco. Teníamos curiosidad ya que nos habían dicho que eran del estilo a Vetusta Morla, grupo que nos gusta. Pues bien, no se parecen a Vetusta, ni mucho menos. De hecho, no se parecen a nada de lo que hayamos oído antes. Y eso es francamente bueno. Hacer indie de calidad y encima ser distintos es muy complicado. Les costó un poco hacerse con el público ya que acabábamos de llegar y el ambiente aún estaba frío, pero poco a poco fueron enganchándonos y al final todos acabamos cantando a voz en grito Para cambiar el mundo. Quizá esperaban más público y más fans, pero es lo que tiene abrir la jornada. A éstos les siguieron Triángulo de Amor Bizarro. Fue un cambio radical. De las canciones melódicas y algo tranquilas de Shinova a unos revolucionados TAB. Desde el principio del concierto lo dieron todo, salieron acelerados y no pararon hasta el final. Vaya energía se gastan estos gallegos. Mientras los veíamos y saltábamos sacamos un ratillo para cenar, que ya teníamos “rusa”. Entre concierto y concierto, esta vez le tocaba el turno de entretenernos a Amable Dj. Toda una institución en esto de pinchar. Y no me extraña. Indie nacional e internacional perfectamente mezclado (sin Dj set ni tontadas) Lo malo es que le hicieron cortar a mitad, justo cuando sonaba Mira como floto de Miss Caffeina, y nos cortaron un poco el rollo. Pero era la hora del cabeza de cartel. Por fin llegaban Los Planetas. Sinceramente, no son de nuestros grupos favoritos y opinamos que después del ritmazo de TBA, Los Planetas nos bajaron un poco las revoluciones y hubiese sido mejor ponerlos en orden inverso en los horarios. Eso sí, sus fans lo dieron todo. Hicieron un buen concierto, con todos sus hits y con varias sorpresas para alegría de los más fans, con temas que no suelen tocar como Jose y yo. De hecho, la organización decidió alargar su concierto más que ningún otro del festival para que no se dejaran nada en el tintero. Puesto que se había alargado el concierto, Amable tuvo poco rato esta vez, pero los 15 minutos que estuvo volvieron a ser de una calidad impagable.
Al poco comenzó el siguiente grupo. El Santander Music Festival había optado este año como “cabeza de cartel” internacional por The Vaccines. Y vaya si acertaron. Una primera media hora algo floja, con canciones más tranquilas de lo esperado, pero poco a poco pisaron el acelerador y el final fue apoteósico. Con un público entregado con If You Wanna y Handsome, saltando sin parar y sudando la gota gorda. Un gran concierto, en conclusión.
El segundo día le tocaba cerrar a Delorean. Nosotras nos lo estabamos pasando ya fenomenal, después del fiestón de The Vaccines y de Amable Dj, todo nos iba bien. Pero no entendimos muy bien el estilo del grupo de Zarautz. La verdad es que gran parte del público se fue. Nosotros seguimos con nuestra fiesta particular, sin hacer mucho caso a la música que sonaba, pero no nos gustó demasiado. Indie pop electrónico demasiado eléctrico para nosotras. Y como cenicienta, sonaron las campanas a las 5 en punto y se cerraba el festival. Nada más salir por la puerta empezó a llover. Era un chirimiri de esos que parecen que no mojan pero en realidad sí. A pesar de la lluvia, aún nos quedaban ganas de fiesta, pero parece ser que en Santander no se sale hasta más tarde de las 5:30 y la discoteca a la que intentamos ir nos cerró en las narices. Asi que nada, vuelta a casa que ya era hora. Esta vez nos costó más coger el taxis.
La afluencia de gente se había duplicado del jueves al viernes, y eso se notó. Una vez en casa, sequitas y con el pijama puesto, nos fuimos a dormir. Sábado, 11:30 de la mañana. Un ruido ensordecedor nos despertó. Un crucero que había en el puerto de Santander, decidió que ya no era hora de dormir, y con un bocinazo nos levantó de la cama de un salto. Esta vez nos costó un poco más salir de casa. Ya llevábamos dos días de festival y eso nos empezaba a pesar. A eso de las 14:00, previo desayuno y arreglo de esas caras fantasmagóricas que llevábamos (dentro de lo posible, porque el tema estaba complicado), cogimos el bolso y nos fuimos de nuevo a las sesiones de vermú. ¡Cómo se notaba que era sábado! Las calles de la zona de Cañadío estaban llenas. Gente en las terrazas tomando algo, ambientazo y sol. Algo más fresquito que el día anterior, pero se estaba fenomenal.
En la plaza del Cuadrado acababan de terminar su concierto el grupo Melenas. No llegamos a verlas. Una pena. En algún momento chispeó, pero fue poca cosa. Con el solecito y la música que estaban pinchando en el escenario Capitán Demo nos empezamos a animar. Fuimos en busca de algo de comida, y después a la calle Sol.
Allí iba a tocar Bigott. Hay que ver a los grupos de tu zona y apoyarlos, ¡que se note que somos aragoneses! Lo cierto es que por apoyos no serie. Así como el día anterior la gente parecía que no se había animado mucho a los eventos del mediodía, Bigott se encontró con una calle Sol repleta y con muchas ganas de más música. Tras ello, tocaba de nuevo siesta. Sí, nos hacemos mayores y el cuerpo aguanta lo que puede.
Cuando nos despertamos y después de empezar a arreglarnos, se puso de nuevo a llover. Empezó siendo un chirimiri pero luego se volvió más intenso. Ahí estábamos las dos, cerveza en mano en nuestra habitación mirando por la ventana y rogando que dejara de llover. Después del tormentón que nos cayó en el BBK no teníamos ninguna gana de mojarnos, y menos ya al principio de la noche. Anni B Sweet empezaba a las 21 y para esa hora aún seguía lloviendo. Queríamos ir, lo juramos, pero la lluvia era superior a nosotras. Por lo que tenemos entendido la combinación de primer concierto de la noche, lluvia y Anni B Sweet salió mal. La pobre Anni se ahogó entre tanta lluvia (metafóricamente, por supuesto). Después tocaba Lori Meyers, y eso si que no nos lo íbamos a perder, pasara lo que pasara, como si teníamos que ir al festival en canoa, igual nos daba. Nos cogimos nuestros chubasqueros, nos los pusimos y ahí que fuimos. Cual fue nuestra sorpresa que nada más salir dejó de llover (¡MILAGRO MILAGRO!) Pero no, no fue un milagro, fue solo un espejismo. La felicidad nos duró aproximadamente 10 minutos.
Con el chubasquero bien mojadico (que se note de donde somos), y con algo de barro en las zapatillas, llegamos al recinto. Quedaba poco para que empezara Lori Meyers así que nos metimos hacia las primeras filas. El concierto empezó algo raro. Justo al principio bajaron del techo una estructura metálica que se colocó delante del grupo y casi no dejaba verles. Además el cantante no estaba en el escenario, y así se mantuvieron durante toda la primera canción. Lo cierto es que todo el mundo se quedó un poco extrañado y no sabíamos muy bien cómo reaccionar, pero ese momento pasó y empezó lo bueno. Fue un concierto de diez de principio a fin. Temazo tras temazo, dando botes y gritando sin parar. La lluvia daba igual, el público estaba entregado, y entonces sonó Mi realidad y el Festival se vino abajo. Ni siquiera se le oía cantar a Noni. Santander cantaba al unísono, a voz en grito, palabra por palabra. Espectacular. Al acabar el concierto la lluvia, que había dado cierta tregua a ratos, empezó a caer con ganas. Ya íbamos bastante mojadas para ese momento, así que decidimos irnos a cenar y ponernos un poco a cubierto (a las pocas zonas a cubierto que hay, porque no se que manía tienen en los festivales del norte de no poner zonas para resguardarse de la lluvia). La idea era estar solo durante la cena y después salir a ver el concierto de Belako, pero cada vez llovía más y así estuvo durante dos horas. El concierto de Belako lo vimos, a lo lejos, pero lo vimos. Ritmo, luces y mucha fuerza. Nos ayudaron a mantener el tipo a pesar de la lluvia y de verlos desde la zona de comida.
Entre los conciertos le tocaba estar a los platos a Caballito. Bueno, lo de este Dj no tiene nombre. La sesión que hizo el sábado no tuvo ni pies ni cabeza. Cumbia y bachata, con algo de electrónica que no pegaba para nada con el estilo del festival. No supo leer lo que el público quería, no acertó en ni una sola canción. Fatal y totalmente fuera de lugar. Menos mal que la lluvia paró y el Dj también. Era el turno de La casa azul y teníamos muchas ganas de verlos. Lo cierto es que fue muy divertido. Mucha luz, mucho baile y grandes temas. Fue la hora y el lugar perfectos para un concierto como el suyo. No defraudaron y la revolución sexual fue toda una fiesta.
Y aún nos quedaba lo mejor. ¡Sí, le tocaba el turno a Elyelladj! Eso sí que fue una sesión, qué maravilla. No esperábamos menos de esta pareja de Djs porque ya los habíamos visto varias veces y son el espectáculo hecho sesión. Una sesión distinta a la que habíamos visto en otros festivales, lo cual en parte está muy bien porque es sorprendente aunque al mismo tiempo te dejan con un poco de mal sabor de boca al no pinchar algunas canciones que esperabas que sonaran. Pero no hay nada que una buena ducha de confeti no solucione. Lo dieron todo, y estuvieron impecables como siempre, dandole al público lo que pedía, aunque nos faltó algo más de indie español. Pero vamos, que fueron una pasada y cuando terminaron a todos nos dio un bajonazo que no veas.
Y sí chavales, el Festival se terminó, con todo el pelo lleno de papeles de colores, barro cántabro en los pies (nos hacemos colección de barro como podéis ver) y unas piernas agotadas. Esta vez nos tocó volver en bus a casa ya que había muchísima fila para el taxi. Se notaba que era el último día de festival y que los que lo cerraban eran ampliamente conocidos porque todo el mundo se queda hasta el final. Al día siguiente amanecimos a las 12:00, era el momento de volver a Zaragoza y nos daba una pereza…. Santander nos despedía con un sol espléndido. No teníamos muy claro que nuestro coche fuera a seguir en el sitio donde lo aparcamos pero gracias al cielo allí seguía ¡y mucho más limpio gracias a la lluvia!
El viaje de vuelta se nos hizo más corto que el de ida sorprendentemente y menos mal porque estábamos bastante cansadas. En nuestra línea habitual, nos dedicamos a cantar en el coche y a hacer el idiota. Todo empezó bien, con música del festival y termino mejor que bien, con Flying free a todo volumen.
Y eso es todo amigos.
En resumen, un muy buen festival, más pequeño de lo esperado pero con un grandísimo cartel, unas instalaciones buenísimas en un sitio privilegiado y unos días de lo más divertidos.
La organización del Santander Music Festival se merece un aplauso enorme (excepto por Caballito Dj)
Gracias queridas