Veinte años se escriben y se dicen rápido, y tras ellos hay un enorme trabajo para tirar adelante el festival que año tras año, es el pistoletazo de salida al curso musical – después del empacho de propuestas musicales por toda la geografía nacional – o pone el broche final dicho estío con el común denominador de llenar la noche de música emergente
Esta edición era aún más especial, pues representaba el reencuentro tras la fatídica pandemia y las consecuentes suspensiones debidas a las normas que se aplicaron al sector musical, afectado no solo por el virus. Este vaivén ha permitido que el elenco de grupos que formaban – bajo nuestro humilde punto de vista – el fantástico cartel, presentaran nuevos trabajos – o píldoras en forma de single digital -, permitiendo así que no caducara ni un ápice.
La propuesta de esta veinteava edición era clara y diáfana, pop y más pop. Fresco, juvenil y consolidado, serían algunos de los adjetivos que podríamos poner de forma inicial, aunque a lo largo de esta crónica se añadirán más seguro.
Volviendo a lo que estrictamente nos atañe, nos situaremos como siempre al lado de la Romareda, más concretamente en la Sala Multiusos anexa. Tras la pertinente acreditación, nada había cambiado de nuestra última visita, el mismo escalofrío previo a un sinfín de emociones que empezaría con Mediapunta y acabaría con Ojete Calor – más de 6 horas de milimétrico cumplimiento del previsto timing -.
Y precisamente Mediapunta – cuál ave Fénix – renacieron de las cenizas de Los Crâpulas e incendiaron, frente a una poblada parroquia, la pista de baile en que se convertiría la Sala.
Mejoran la fórmula anterior que se basaba en garaje y toques punk, y lo hacen con actitud y aptitud. Mostraron cierta desfachatez en cada uno de los temas y a destacar percusión y batería que se lo pasaron en grande, mientras sonaban Mañaneo, No Nos Veremos Nunca Más o Camiones por el Dakar, todos del nuevo trabajo editado por Sonido Muchacho en 2022, sin olvidar los temas que forman el iniciático EP «Amor Propio» como Tumbaos, Fantasmas – si, lo tocaron con Diego Ibañez de Carolina, ante el primer conato de efervescencia juvenil en la sala – y el inicial Traición. A juntar a este desordenado en redacción set list Extraterrestres y El Candy Vive sin olvidar un guiño a los viejovenes que estábamos presentes con un fidlariano Common People.
En definitivas cuentas, la presentación en directo de las canciones rápidas, mordaces y urgentes que conforman esta aventura sonora que es Mediapunta.







Tras Mediapunta y su fuzz pop, llegaba el turno a Cariño y su synth pop guitarrero infeccioso. Era nuestro tercer concierto disfrutando de Paola Rivero, Alicia Ros y María Talaverano, y como siempre bailamos y seguimos enamorados de este trío que han superado la pantalla de Llorando en La Limo y el álbum Movidas, evolucionando hacia el universo del autotune con cierto regusto a Helen Love y casiotone, en un universo de consolas y redes sociales.
Presentaban nuevo trabajo homónimo y de él disfrutamos de No Me Convengo, Sadmeal, Tamagotchi, Año de Mierda y Si Quieres.
No se olvidaron de Llorando en la Limo consiguiendo el clímax de una Sala que ya presentaba un lleno notable. Y, obviamente debían sonar Modo Avión, Bisexual, Excusas, Te Brillan y acabar con Bonus Trap dejando el pabellón altísimo. Esto es Cariño, pop para el desamor – o la bajona -, pop para el amor tóxico o pop para el amor más endulzado y teenager, en general pop que sirve para hacer latir el corazón a jóvenes y no tan.







Y después de que Cariño hiciera hervir al público presente, todo estaba listo para el cabeza de cartel tapado, utilizando el símil ciclista. Efectivamente, estamos hablando de Carolina Durante que como los dos grupos anteriores – y los posteriores Dorian-, presentaba nuevo trabajo pospandémico, Cuatro Chavales, que defendieron sonando como una auténtica apisonadora, imponiendo una velocidad de crucero más alta al festival tras recoger el testimonio musical. Consiguieron en apenas 19 temas comprimidos, sin pausa y sin prisa, girar del revés al público. Nuevas Formas de Hacer el Ridículo o Las Canciones de Juanita sonaron muy distintas, más contundentes, revisionadas para no perder ni un ápice a como suenan Granja Escuela o 10 y encajar con La Planta que muere a la esquina o el nuevo single Casa Kira y un apoteósico Famoso en tres calles.
Igual que sus antecesoras en el escenario, los Durante han superado la pantalla del éxito que supuso Cayetano o Perdona (Ahora sí que si), que incendian todavía más su directo para disfrute de los que gozaron pogueando tema tras tema en las primeras filas. Urbanitas, Grupo Favorito e incluso El Parque de Las Balas y Espacio Vacío encandilaron a un público ávido de quemarlo todo. Carolina Durante es actualmente un equipo ganador, con un capitán en la sombra, Carlos Hernández Nombela, el quinto Durante.







Y todo estaba listo ya para que Dorian cruzaran el ecuador de la noche con su elegante propuesta electrónica, bailable y elegante. Belly, Bart, Marc y Lisandro saben como encandilar al público con nuevos temas como Dos Vidas, No Dejes que Pase el Tiempo o Dual – del nuevo trabajo Ritual -, donde continúan conjugando electrónica con nuevos horizontes y colaboraciones.
Pero fieles a aquella historia musical que arrancó en 2004, no pueden olvidar a los amigos que (no) han perdido, o aquellos amaneceres en pisos de diablos tras tormentas de arena que salen de paraísos artificiales que llevan el signo de Caín en guitarras a modo de tatuaje.
Será quizás que La Ciudad Subterránea ha envejecido cuál buen vino y nos recuerda que si hablamos de pop electrónico Dorian son los antimonárquicos reyes que nos llevan a cualquier otra parte. Dieron lo que el público necesitaba, baile. Sin olvidar nada en el tintero de un set list redondo que es antesala de novedades interesantes en próximos conciertos especiales. Larga vida a Dorian.







Y llegaba al turno a LCA, La Casa Azul que recogía la electrónica y en vez de llevarla al lado más sintético o new wave de los antecesores Dorian, la mezclaba con los años sesenta y ese toque popi que tan solo Guille Milkyway sabe – cual chef – dar.
No se olvidó de Chicle Cosmos o No Más Myolastan para continuar incendiando la pista de baile que se había convertido el fiz festival y mezclar con No Hay Futuro. Se olvidó de nuestro tema fetiche, Como Un Fan, pero los suplió con Los Chicos Saltaran a la Pista y Esta Noche Cantan Para Mi y Galletas (como nos gustó que fuera rescatada en directo) mezclados con maestría con Hasta Perder El Control – aún estamos en shock tras ver a Goku, mezclado con Astro Boy y otros ídolos de nuestra televisiva infancia – sin olvidarse del «clásico básico» Superguay.
En esta Fiesta Universal en que nos sumieron, no podía faltar un recuerdo a Raffaella Carrá y un Rumore que se coló justamente en la archiconocida Revolución Sexual para acabar recordándonos que Nadie Puede Volar, que puso el broche de oro a una actuación de confeti pop.







Y como todo lo bueno tiene un final, la mejor manera de cerrar los directos de la f***ng vigésima edición del fiz fue depositada a Ojete Calor. Lejos de ser temerario acto, fue sabia decisión de quien lleva veinte ediciones conjugando el verbo indie con maestría, pues Aníbal Gómez y Carlos Areces o Carlos Areces y Anibal Gómez (el orden de los factores no altera el brillante resultado) convirtieron la Sala en un karaoke gamberro y costumbrista 2.0. Con Laura No Està de Nek y previa BSO de Twin Peaks de intro y sendos plásticos disfraces ya dejaban entrever que todo iba a acabar tan bien tan mal. Claro ejemplo fueron los posteriores 0,60 o Morreo, mientras que Vintage y Agamipú continuaban agotando las baterías del público, haciéndoles bailar sin tregua y sobre todo coreando los himnos del autodefinido por ellos mismos como «subnopop». Dicho karaoke debía tener en su laserdisc, si o sí, Corre Sarah Connor y el sentido y particular homenaje maño que contiene Tan Bien Tan Mal. Mocatriz o Viejoven continuaron desgastando la goma de las zapatillas de la Sala. Estrenaron un ácido Extremismo Mal y acabaron con un deseado Tonta Gilipó que sirvió para que el baño de masas del dúo fuera tan especial como especial es Ojete Calor.









Y como dirían los Looney Tunes, «… esto es todo amigas y amigos». Siempre es un placer empezar el curso musical en Zaragoza, más concretamente en el fiz. Tenemos veinte o más argumentos, pero como buenos amantes de lo nuevo, sin spoilers y con máximo hype, los iremos desgranando cuando volvamos a recibir con alegría la propuesta de cartel para su vigésimoprimera edición. Larga vida al fuc**ing fiz y a por veinte más! 😉
crónica by @ipopfmradio
photos by Oriol Cárceles – @piratallucifer