Llegan las fiestas y con ellas el final de año. No obstante, no por estar en los últimos días de 2024 deja de haber conciertos y actividades musicales y culturales en general. Al contrario. Desde hacía meses el viernes 20 de diciembre estaba marcado en la agenda porque La Inquisición venía a la sala lleidatana La Boite a presentar su tercer y último LP hasta la fecha, publicado en septiembre de este año, Mundo Invisible. Además, venían acompañados de dos muy buenas bandas locales, Gos Mullat y Exili, que daban al evento un mayor interés.
Poco después de que dieran las diez Gos Mullat iniciaron la velada con Perquè Volem, un tema de su primer larga duración, Cumulonimbus, aparecido este año. Al principio había poca gente en la sala, pero a los pocos temas el público había crecido significativamente. Los de Alcarràs se han ganado un buen grupo de seguidores en su corta trayectoria como banda (pero no como músicos, ya que han tocado en otras formaciones anteriormente), no en vano el año pasado obtuvieron el año pasado en el concurso de bandas emergentes de la Casa de la Música. Pere, el vocalista, empezó el concierto exclusivamente como frontman, sin guitarra, pero al cabo de pocas canciones ya tocaba las seis cuerdas. Artur Canadell es el encargado de la guitarra solista y completan la formación una sólida sección rítmica con Arnau Siscart al bajo y Joel Eres a la batería.








El cuarteto continuó tocando temas de su último trabajo, Cumulonimbus, como Bucle infinit, Jou o L’Abisme espera. Las primeras filas estaban muy animadas, mientras seguían repasando temas de su nuevo material como Brindem o Préssics i Tosinos. No obstante, no se olvidaron de su primer EP, L’Antimúsica, bautizado así porque un vecino del pueblo les recriminaba que su sonido era ruido. De este primer material tocaron Camí de Reguers y, tras tocas una versión de NOFX, se lanzaron con dos de las canciones más populares del grupo: Alcarràs, un grito agónico y a la vez de reivindicación de una pagesia que desaparece engullida por un capitalismo voraz y depredador, y Rei de l’Asfalt. Finalmente, cerraron su actuación con El meu avi, una versión que han publicado hace poco del clásico habanero Josep Lluís Ortega Monasterio. Como último apunte a destacar de los tres cuartos de hora que tocaron Gos Mullat, queremos señalar con optimismo la presencia de gente muy joven en las primeras filas. Parece que el punk tiene relevo y más años de vida.
Seguidamente le tocaba el turno a Exili. En esta ocasión venían con un cambio en la formación: al bajo estaba Quim Mas de Crim, la conocidísima banda tarraconense; Jan, que entró para substituir a Eloi, el bajista original, se encargaba entonces de la guitarra, y Pep, que normalmente toca ese instrumento mientras canta, quedaba únicamente como vocalista. Completan la formación los otros dos miembros originales de la banda, Joan a la batería y Chupi a la guitarra.




Como en otras crónicas hemos relatado, es un grupo que despierta pasiones en el público ilerdense. Ya desde inicios del concierto, con temas como Vella Glòria, las primeras filas delante del escenario estaban llenas de gente hasta el punto de que costaba abrirse paso para llegar a acercarse. En Contra el Món Modern la sala ya ardía (en sentido figurado, claro está)… y solo era el inicio. Continuaron con Rosa de Foc y Actitud errònia, una de sus primeras canciones, versión de Böhze Onkelz, que siempre consigue encender al público. Éste se agitó aún más con Ilerdam Videas, y es que Exili demuestra ser un grupo 100% de Lleida y lo reivindica con orgullo. Así, el siguiente tema lo dedicaron al Camp d’Esports, estadio de la ciudad y un orgullo de los Rudes, seguidores del Lleida que nunca faltan a los conciertos de Exili. Para esta canción, invitaron a subirse al escenario a Martí de Térmens, cantautor original de ese tema.
La actuación del grupo iba llegando a su fin, pero no sin antes efectuar tres certeros disparos: Via fora; Records, emotiva versión de Codi de Silenci, grupo en el que antes tocaba Pep, y Lleida, que podría ser perfectamente el himno no oficial de la ciudad. Como colofón, la versión final de Ya no sos igual de Dos Minutos, con la que acostumbran a finalizar sus actuaciones.
Tras los dos grupos locales, llegaba uno de los momentos más esperados de la noche: el concierto de La Inquisición. A lo largo de tres EPs y tres álbumes el grupo barcelonés, formado por Rubén López a la voz, Álex Montoro a la guitarra, Rau al bajo, que substituye en este último álbum a Cirro, miembro original, y Willy como baterista, ha dejado una lista abundante de temas memorables, por lo que es fácil que queden fuera de la set-list muchas canciones destacadas. Empezaron con Mundo Invisible, que da nombre al álbum que venían a presentar. Como se ha de dar una de cal y otra de arena, continuaron con Hemos caído, uno de sus primeros temas (abría su primer EP, de hecho), que nos muestra como La Inquisición es un grupo que rehúye de tópicos y modas; seguido de Verdadera Fe, que daba nombre al segundo EP, y Septiembre, del segundo LP, Tenevrae. Algún día nos tendrán que explicar el porqué de las canciones con nombres de los meses del año, un sello identificativo de la banda, al parecer.







Después volvieron al repaso a su nuevo LP con Sombra y Luz, canción dedicada a la memoria de Edu, malogrado miembro de Secret Army, grupo del que formaban parte tres de los cuatro miembros de La Inquisición, y las Fotos mienten, nuestro tema favorito del álbum. Tras tocas Stella Maris, que abre Tenevrae, el segundo LP, se lanzaron con La Inquisición, tema homónimo del grupo, de su nuevo trabajo y que se inicia con un potente riff de guitarra que atrapa a cualquiera. 1991 nos transporta de una manera nostálgica al punk de los ochenta y primerísimos noventa y es un homenaje a aquellos grupos con los que nos hemos educado musicalmente.
Las canciones se sucedían: Verano del EP Uróboros, con cuatro temas con una estación de año como título; Falsos profetas, otra de las primeras canciones, hasta llegar Otra manera, en la que Rubén hizo un llamamiento a pedir ayuda en situaciones difíciles y a la prevención del suicidio. Esta última canción forma parte de Mundo Invisible, que continuaron repasando tras tocar Abril, un imprescindible en sus directos: Cien Colores narra la vida de muchas vidas migrantes anónimas y a la vez es un alegato antirracista (en ese sentido, no rehúyen de un compromiso social), mientras que La Flor, Rubén la dedicó a dos asistentes al concierto y sus hijas, que lo alojaban aquella noche en su casa. Con Guerra Total, otra de esas canciones cuyos cánticos tenemos grabados, parecía que el concierto iba a cerrar, no sin antes despedirse con la versión de Dorian, Verte amanecer, y Rosa de Mort, que trata sobre aquella ciudad muerta en que se ha transformado Barcelona. Con eso cerraron una maravillosa actuación.
¿Qué pudimos ver en aquella hora de actuación? El público que acudió el viernes a la Boite pudo constatar que se trata de un grupo experimentado, que ejecuta las canciones con precisión, pero sin perder en modo alguno los sentimientos y la pasión, prueba de ello es el papel de Rubén como frontman. No solo consigue jalear y excitar al público, sino que transmite a la perfección todo lo que las letras de sus canciones nos cuentan: cierta oscuridad mística (Mundo Invisible, Verdadera fe), el dolor, la oscuridad y el desengaño (Hemos caído, Abril, Otra manera, Guerra total), la rabia y la denuncia (Cien Colores, Rosa de Mort), la nostalgia (1991, Sobra y Luz) y, por qué no, también dosis de ternura (La flor, Verte amanecer).
Todo ello, si lo sumamos a unas auténticas fieras sobre el escenario, dan lugar a unos directos intensos: quien haya estado en un concierto de los suyos, como el de ayer, sabe qué son sus actuaciones: un buen rato de cánticos con emoción, pogos frenéticos y temas que marcan. Esto es debido a que La Inquisición es un grupo difícil de encuadrar, en lo musical están en el punkrock y el Oi!, pero es altamente original y consigue fabricar nuevo material en el que mantiene su espíritu que le caracteriza, pero a la vez suena fresco e indica una capacidad de renovarse. El que ayer llenaran la Boite, junto con otras dos bandas de gran calidad también, con un público entregado es un fruto recogido de casi diez años de cultivar un estilo propio, potente, directo y a la vez poético y bien trabajado.
crónica by @acratacappont
photos by Oriol Cárceles – @piratalluciferUn concierto de punk para cerrar el año