Queer significa en inglés algo raro, inusual, fuera de lo normal. Uno de los ámbitos donde más se ha extendido su uso ha sido en el movimiento LGTBI, que tan bien ha sabido resignificar todos aquellos términos despectivos para acabar apropiándoselos, como las palabras “marica” o “bollera” o el mismo vocablo “queer” en inglés. No obstante, vamos a quedarnos con el significado original: extraño, poco común, rechazable…
Atributos que fácilmente se podrían asociar al punkrock, aquel fenómeno –o movimiento- nacido en los setenta que nos ha cautivado a generaciones de personas desde entonces. Y es que los punks siempre han sido una especie de incomprendidos y rechazados sociales. De este modo, no es de extrañar que de forma muy temprana algún grupo hiciera bandera de ese término y lo convirtiera en su emblema.
The Queers –ese fue el nombre que adoptaron- empezaron a tocar a inicios de los ochenta, en 1981, concretamente. A pesar de ese nombre, no se diferenciaban de las aficiones de muchos jóvenes del momento: beber cerveza, consumir alguna que otra substancia ilegal y escuchar música pop, desde la de los sesenta hasta los Ramones, adentrándose en el nuevo hardcore, con Black Flag en cabeza. Estos chicos de Portsmouth, New Hampshire decidieron iniciar su andadura basándose en estas influencias, no solo musicales, con aquel sonido ramoniano que todos conocemos, sino también vitales: el desfase, el humor disparatado y la diversión, un estilo y una actitud que siempre ha quedado asociada a los extraños y raros.

Justamente el miércoles 27 de abril estos extraños, estos Queers, liderados por Joe Queer, el vocalista y único miembro original, hacían parada en el Cafè del Teatre, en Lleida, en su tour europeo, que les había llevado a cruzar el charco. Una ocasión obligatoria para todos los raros, extraños e incomprendidos de la ciudad de gozar de punkrock acelerado y fuera de tono. Empezaron los tres músicos en el escenario, rodeados de humo, interpretando la surfera Squid Omelet, en un derroche de actitud por parte de los instrumentistas.
El guitarrista grita “¡We’re The Queers!” con todas sus fuerzas, aparece el cantante y empieza ya el espectáculo al cien por cien. Clásicos como Ursula Finally Has Tits sonaron desde el inicio. Tampoco faltó I Met Her At Rat, de su primer álbum. Estos dos temas resumen bien lo que son The Queers: punkrock rápido, sencillo, directo y gamberro, con sentido del humor. El típico, pero imprescindible, One… Two… Three anunciaba el inicio de una nueva canción. El grupo las iba disparando a bocajarro, una tras otra, sin pausa, como mucho gritando el título o marcando el ritmo, algo muy característico de los punks americanos. Poco después le tocaba el turno a Monkey In a Suit. Tras I Can’t Stand You, Joe presentó al grupo, con la incorrección que derrochan este tipo de grupos, reservándose la mejor parte para él, definiéndose como un alcohólico y drogadicto. Como los Ramones, la cerveza, los porros y el pegamento atraviesan de lleno la historia del grupo y –como no- sus canciones.




Con Teenage Bonehead se situaron en los clásicos de la banda, junto con Love Love Love, de su segundo y primer disco, respectivamente, ambos imprescindibles. Tras ello se lanzaron con Shirley Needs a Dildo, uno de los temas de Save The World, que demuestran qué humor gamberro se gasta este grupo. Continuaron con uno homenaje –imprescindible y agradecido- a un grupo que les ha marcado, a ellos y a nosotros: los Ramones y su The KKK Took My Baby Away, que el público se sabía de memoria. Después anunciaron su última canción, que fue Fuck The World, aunque el concierto se acabó alargando veinte minutos más, que para una banda acostumbrada a ese tipo de directo supone repasar unos diez temas más fácilmente, para gusto de los seguidores.






A estas alturas el público ya estaba pegado al escenario y lo que había sido una emoción muy contenida al principio se transformó en diversión explícita para el reducido pero entregado público reunido en el Cafè del Teatre. Entre los temas finales no pudieron faltar See You Later Fuckface, Punk Rock Girls o I Wanne Be Happy, grandes himnos del grupo. The Queers es un grupo de aquellos que nacen para que los extraños se lo pasen bien en noches como ésta, en el que chicos y chicas antisociales –en resumen, los raros del patio- ven representados en las canciones su humor absurdo y a veces incluso degenerado, sus ganas de diversión, cerveza y desfase y, sobre todo, un lugar y unas temáticas, como la música que tienen en común, a través de las cuales pueden compartir vínculos de unión. Por todo ello, gracias a este punkrock ramoniano, veloz y provocativo, podemos decir orgullosamente: We’re The Queers!
crónica by @fuegoenlapistadebaile // @acratacappont
fotos by @piratallucifer // Oriol Cárceles